Sobre mí

Mi nombre es Alejandra y vivo en la isla de Mallorca desde el año 2002. Nací en Buenos Aires, Argentina.
He tenido contacto con el arte desde pequeña ya que mi padre era pintor y recuerdo subir a su atelier y mirar todo con gran curiosidad y aquel olor a trementina inconfundible, los pinceles y los lienzos y su guardapolvo manchado de pintura. También mi hermana es pintora.
Pero yo no había desarrollado ese don. O quizás no me lo permití en aquel momento.
De todas formas siempre hice cosas manuales desde reciclado de muebles, crear pequeños muebles con maderas, cajas decoradas o artículos de decoración. Y siempre estaban presentes los mandalas.
Hace unos años empecé a curiosear más a fondo el mundo mandala por internet y el puntillismo me cautivó. Me pareció de una sutileza y delicadeza increíble. Así empecé a transitar mis primeros pasos como autodidacta, con unos resultados no del todo satisfactorios. Yo necesitaba más. De esta manera me puse en contacto con gente que enseñaban esta técnica. Miré muchos videos y fui descartando las personas que no
terminaban de encajar en lo que yo buscaba. Hasta que encontré a alguien que hizo que yo amara este mundo y le estoy muy agradecida porque es un ser humano increíble y como maestra es sumamente didáctica.
En este arte encontré una forma de relajarme, de volver a mi centro y reencontrarme con mi YO interior.
Varios cursos y muchísima práctica después, lo que era un hobby pasó a ser algo más. A la gente le gustaba lo que hacía y me preguntaba si lo vendía.
Por distintas circunstancias tuve que tomar una decisión y aposté porque el hobby pasara a ser un trabajo. Un trabajo que me da paz y alegría y que me permite sacar fuera toda la creatividad que hay dentro de mí.
Cada mandala que pinto es un experiencia enriquecedora, porque cada uno es distinto y la creatividad se va retroalimentando. Un descubrimiento increíble que no dejo de agradecer al universo.
Y por último quiero que sepan que mis mandalas son hechos desde el principio a mano. Desde comprar los tableros de madera, cortarlos a medida yo misma, lijarlos y todo lo que sigue. Elegir la `paleta de colores, el diseño, el tipo de pintura, los accesorios. Cada mandala requiere muchas horas de trabajo. Mis mandalas tienen texturas diferentes y es muy agradable no sólo observarlos sino también tocarlos.
Te permiten sentarte delante de ellos y meditar, te calman de sólo observarlos.
La palabra Sharanam viene del sánscrito clásico y significa «crear refugio». Así me siento cada vez que entro en mi taller, que soy una creadora de pequeños refugios. Me siento afortunada .